Por Félix Guerrero - Desde el retiro voluntario de Tinelli de los medios televisivos, algo le
faltaba al espectáculo obsceno de los medios audiovisuales. Apareció en su
reemplazo un entretenimiento pseudoperiodístico con la virtud de hacer de la
crítica política un show capaz de disputarle el ranking al más argentino de los
deportes: el fútbol.
Corrupción siempre hubo, pero
al menemismo le faltó un “showman” de la talla de Lanata para promocionarle y
aprovecharse de tan sustanciosa veta
para juntar mucha plata. Faltó también quien moviera el avispero a los
todopoderosos dueños absolutos de la comunicación y faltó también la orfandad
tinellinesca de un público consumidor de emociones fuertes.
En todo proceso social siempre
suele haber tres actores o cuerpo de actores: un tirano con su corte, un
aparato de propaganda o marketing y un público-víctima-consumidor, como en el
Circo romano.
Si hoy viniese un Ángel
justiciero armado de flamígera espada a eliminar a los culpables de la
desgraciada situación política-social-institucional de nuestro país, se vería
en serios problemas para definir a quien matar y probablemente opte por
limpiarnos a todos (suponiendo que tal ángel o arcángel no tuviese un
posicionamiento político).
Hasta tanto llegue el ángel
vengador, el dios del dinero, del poder y de la palabra sagrada, hace uso de
terrenales ángeles caídos y rentados para poner las cosas en orden. Estos
ángeles interinos pueden ser talentosos periodistas con capacidad de confundir
a los políticamente indecisos o a los analfabetos políticos.
Dice Eduardo Aliverti “El
periodismo nunca fue un asunto de lo que se llama “sectores populares”, en
cuanto a que tales sectores lo escogieran como campo central del choque de
clases. Lo realmente habido fue, es, será, que gobiernos, empresarios, partidos
políticos, intelectuales o gente intelectualmente inquieta, organizaciones
sociales, grupos e individuos sueltos, cenáculos poderosos o autofagocitados en
su capacidad de convencerse no más que a sí mismos, y sus etcéteras, usaron el
terreno periodístico como otro más de la disputa por el poder (según sea el
caso –y, si se quiere, disculpas por la perogrullada– ‘poder’ va en mayúscula o
minúscula”.
Curiosamente, se acusa a la
Presidenta de la Nación Argentina, (rebajada a la sazón a hembra de la especie
Equus ferus caballus), de fomentar la lujuria de las yeguas pobres,
incentivadas mediante “asignaciones familiares” a que den rienda suelta a sus
bajos instintos sin uso de los molestos preservativos, entre otras acusaciones
reales o imaginarias.
Pero poco y nada se acusa a la
incontinente equina de contaminaciones mineras o transgénicas non sanctas o
monsantas, u otras improlijidades dignas de ser denunciadas y amonestadas ya
sea con el efecto sonoro de cacerolas essen, las de aluminio nomás o de ambas.
Lo cierto es que poco aportamos
a la salud de la Democracia odiando, tanto al “gordo” Lanata como a la “yegua”
Cristina, entre tanto los reales dueños del poder se soban las manos.
Es necesario asumir el rol de
ciudadanos argentinos involucrándonos en la política sana, y constructiva para
no morirnos de hambre y de ignorancia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario